Curación del ciego de nacimiento


Un día mientras Jesús iba de camino, vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién es el que cometió pecado, éste o sus padres, para que naciera ciego?" Los discípulos preguntaban esto, porque los judíos creían que las enfermedades eran un castigo de Dios por los pecados que había cometido el enfermo o alguno de sus antepasados, es decir, sus padres, sus abuelos o sus bisabuelos.

Jesús respondió: "Ni éste ni sus padres. Nació ciego para que veáis en él el poder de Dios. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo". Entonces escupió en la tierra e hizo barro con la saliva, le untó con ello los ojos y le dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé". Fue, se lavó y volvió con vista.

Los vecinos y los que solían verlo pidiendo limosna decían: "¿No es éste el que pedía para poder comer?" Unos decían: "Es éste". Y otros: "No, es uno que se le parece". Pero él decía: "Soy yo, soy yo". Todos le preguntaban qué le había pasado y él contaba lo sucedido.

La gente llevó ante los fariseos, al que había sido ciego, y éstos le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él contestó: "Ese hombre me puso barro en los ojos, me lavé y veo". Algunos fariseos creían lo que había ocurrido y otros no, y estaban divididos. 
Entonces le preguntaron de nuevo al ciego: "¿Qué piensas tú del que te ha abierto los ojos?" Él contestó: "Que es un profeta".

Los judíos entonces llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste su hijo. el que nació ciego? ¿Y cómo es que ahora ve?".
Los padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego. Pero no sabemos porque ahora ve ni quién le abrió los ojos. Pregúntenle a él, que ya es mayor y puede responder de sí mismo".

De nuevo, los fariseos volvieron a llamar al hombre que había sido ciego y le dijeron: "Di la verdad; nosotros sabemos que ese hombre que te sanó es un pecador". 
Él respondió: "Yo no sé si es un pecador; lo que sé es que yo era ciego y ahora veo". 
Al ver los fariseos que el que había sido ciego, creía que Jesús lo había curado, lo echaron de allí.

Jesús se enteró de que lo habían echado y cuando lo encontró le dijo: "¿Tú crees en el Hijo del Hombre?". Le contestó: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?" Jesús le dijo: "Tú lo has visto, y es el que está hablando contigo". Él entonces dijo: "Creo, Señor". Y se arrodilló ante él.