Después de entrar en Jericó, a los israelitas les fue muy fácil conquistar aquella tierra. Josué la repartió entre las doce tribus de Israel. Sembraron trigo, plantaron árboles frutales y criaron vacas y ovejas. Así, vivieron felices durante mucho tiempo, pero como no tenían a nadie que les guiase empezaron a portarse mal. Dios les dio unos jefes, llamados Jueces, para que les ayudaran a ser buenos.