Jesús les había dicho en muchas ocasiones a sus amigos que él se iba a marchar, pero que no se pusieran tristes porque cuando él se fuera iba a llegar alguien muy especial, el Espíritu Santo.
Los discípulos no querían que Jesús se marchara, ¿quién iba a ser mejor que Jesús?. Siempre le decían -¡Jesús no te vayas!. Pero Jesús sabía que tenía que irse.
Y sucedió el momento que sus amigos temían. Después de morir Jesús, a los tres días resucitó y se apareció a sus amigos y durante 40 días estuvo con ellos.
Este era el regalo que Jesús les había prometido a sus discípulos.
Era increíble, se sentían diferentes. Antes tenían temor, Jesús se había marchado y estaban solos; pero después de la llagada del Espíritu santo ya no tenían temor porque había una fuerza tremenda dentro de ellos. Sin saber cómo todos comenzaron a hablar en otras lenguas diferentes.